De la época romana al tercer milenio
Los primeros documentos escritos relativos a los mercados datan de finales del siglo X, aunque su origen podría ser anterior.
Desde aquí, se manufacturaban productos de lujo y se daba salida a gran parte del excedente agrícola. De esta manera, se convirtió en el principal centro económico y político del territorio.
El primer mercado
El primer mercado abierto se organizó al otro lado de la muralla romana. A su alrededor creció un barrio mercante formado por pequeños puestos y tiendas especializadas, talleres o almacenes que fueron aumentando a lo largo de los siglos posteriores.
La ciudad se dotó de otros mercados, que o bien aparecieron en lugares estratégicos donde la actividad comercial era más fuerte o bien en espacios no construidos generalmente situados extramuros.
La evolución de estas plazas de mercado experimentó un gran cambio desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Por una parte, se culminó un proceso de especialización y sedentarismo. De la otra, los intermediarios fueron consiguiendo una importancia creciente, hecho que provocó que los pequeños productores fueran quedando relegados a un segundo plano.
Aumento del número de productos
De la misma manera, la mejora de los medios de transporte de las mercancías, junto con el crecimiento de la población, hicieron posible el aumento del número de productos y las posibilidades de elección.
De este modo, se llegó a un periodo de transición que comportó un nuevo concepto del mercado, definido como un emplazamiento reservado y cubierto.